martes, 28 de febrero de 2017

Como el fuego
SAMUEL SANTANA


Así te quise:
blanda, suave, madura y
con los ojos amanecidos
como el alba.

Tu pelo flotaba sobre la
anchura del mundo.

Las gotas de la lluvia
resbalaban por tu piel
blanca y floreciente
como un trigal.

Todas mis intenciones
aparecieron como fuego
desatado en la pradera;
fuerte, duro, macizo
e incontrolable.

De haberte alcanzado,
te hubiera socavado como
el mortal relámpago y
hubiera consumido tu miel
como el guerrero hambriento,
bruto y solitario. Y no hubiera
temido al infortunio,
a los fantasmas tenebrosos y
ni siquiera a la misma muerte.

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