martes, 12 de mayo de 2015

Fragmento de la Introducción

Hace poco una señora me relató  la gran decepción que se había llevado con su esposo.
Pronto cumplirían cuarenta años de matrimonio. Lo valoraba como el hombre perfecto de su vida. El mejor padre y proveedor.
Sus hijos, todos profesionales, les habían regalado varios nietos. La casa estaba llena de alegría, de amor y de un gran ambiente familiar.
Los fines de semanas se reunían para compartir almuerzos, largas conversaciones y hermosos planes futuros.
Los negocios iban viento en popa.
Su esposo la sorprendió con un viaje a una de las islas caribeñas donde disfrutaban del sol,  arenas blancas y playas de aguas azuladas y  platos suculentos de la región.
Sin embargo, en la habitación del hotel cinco estrellas ella descubrió en la cálida mañana una pista inquietante que cambió para siempre sus vidas. Averiguó más a fondo y, efectivamente, la verdad le dio en la cara. Su esposo la estaba engañando.
Era una mujer mucho más joven que ella, hermosa, de cuerpo contorneado y vivaracha.
El día que develó todo, hizo arreglo con la línea aérea y se marchó a su país.
No regresó a su casa ni a su ciudad. Se fue a un pueblo distante de sus seres queridos, incluyendo sus adorados nietos.
La herida le hizo intentar escapar de su triste realidad.
Esta es una de las tantas historias que se repiten a diario en todas partes del mundo.
El elemento común es el sexo.
Hogares destruidos, hijos abandonados, negocios desestabilizados y principios éticos y morales tirados por el suelo son partes de las consecuencias en las sociedades.
El sexo es el tema atrayente y de mayor impacto en las gentes.
En la Universidad Estatal de Ohio, el catedrático Terri Fisher dirigió un equipo de investigadores para determinar que tan presente está el sexo en la vida de los hombres.
Sus resultados indicaron que aparece en la mente unas 19 veces al día. El estudio se limitó al pensamiento libre, no tuvo nada que ver con las reacciones que producen las imágenes estimulantes que inundan las calles, los medios y el marketing.
El sexo está hondamente fundamentado en las vidas de los seres humanos.
El terapista y catedrático sexual Richard A. Carrool, de la Universidad Northwestern, dijo que es una necesidad totalmente normal. “Preguntarle a alguien por qué tiene sexo es como interrogarle sobre por qué come alimentos”. Enfatizó que nuestro cerebro está diseñado para impulsar a hacer el amor.
 En un estudio realizado a mil quinientas personas, esto fue lo que respondieron como razones para tener sexo: procreación, estatus social, por amor, gratitud, autoestima, mantener una amistad, por complacer a otra pareja, alivio emocional, curiosidad y atracción hacia una persona.
Esto indica claramente que el sexo sigue siendo una necesitad fuerte en la vida y en el estado emocional de los seres humanos.
En este trabajo exploraremos el impacto del sexo en la conducta y en las sociedades. Al extremo de poner en juego un fundamento tan viejo y valorado como la institución del matrimonio.
Veremos los diferentes mecanismos de corrección para los problemas que afectan la capacidad de realizar un sexo satisfactorio.
Están incluidas pautas, métodos y prácticas que darán a su relación un rumbo diferente y placentero.

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miércoles, 15 de abril de 2015

FRAGMENTO LIBRO LUIS URBAEZ

El legendario evangelista Luis Urbaez se convirtió al evangelio en una de las noches en que el evangelista David García estuvo ministrando en la ciudad de Santo Domingo
Aparte del impacto de Dios en la nación, esa jornada de fe captó a muchos jóvenes (Luís, 2010).
Empezó a congregarse en la iglesia de la Cruzada, ubicada en la calle Rabelo, número 150. 
(La iglesia se trasladó a la calle Doctor Betances.  Hoy lo que existe 
allí es una tienda de venta de repuestos de computadoras).
La iglesia tenía unos cien miembros y su pastor era el puertorriqueño Francisco Astacio. 
Como forma de ayudarle en su nueva vida, unos hermanos, propietarios de una cafetería, ubicada a pocos metros de la congregación, le dieron trabajo.
La gente allí aún lo recuerda como un joven alegre, dinámico y risueño, que amaba hacerles chistes a los clientes.
Sed de Dios
Después de su conversión, Urbaez abrigó un solo objetivo y pasión en su vida: llenarse de la presencia de Dios. 
Quienes le conocieron bien, testifican que pasaba días y noches metido en la iglesia y en lugares de retiro orando, ayunando, vigilando y leyendo la Biblia.  
Juan (2009) dice que, de vez en cuando, lo veía salir en la tardecita y dirigirse a una bodega, ubicada en la misma Rabelo, donde compraba un pan y un centavo de azúcar blanca. 
Empezó a ayunar y a buscar a Dios de tal manera que parecía que el mundo para él no existía.
El creía en el poder del ayuno y de la oración. 
Una vez se encerró en la casa de un pastor y le dijo que saldría de allí sólo cuando el ministro regresara de un viaje de unos días. El closet era uno de los lugares de oración favoritos para él.
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